En memoria a un GUSANO
BLANCO
Recuerdo que iba algo apurado, caminaba hacia los
espacios de la universidad y al cruzar
la calle, vi como un carro aplasto su cuerpo blando. Desapareció con su piel
blanca, dejando como huella de su existencia, solo una mancha en el pavimento.
Ese día corría agitado por el asma, el cielo se oscurecía, estaba
gris-violáceo, furioso lanzó su llanto .
Corrí para protegerme.
Esperando que desaparecieran las lagrimas que
invadieron toda la tarde, pensaba y me preguntaba. ¿era un gusano blanco cruzando la calle? ¿me
están persiguiendo? ¿ será alguna señal? ¡que curioso! ayer cuando llegue a mi
residencia encontré uno de piel negra
pegado a la puerta.
Recuerdo de mi infancia cuando iba al campo, los
algodonales estaban repletos de gusanos, todas las matas se llenaban de orugas
blancas, amarillas y negras, invadían todo. Los vegueros les decían plagas, mi abuelo una vez me enseño una
oración, que se les rezaba para eliminarlos, pero no me acuerdo, la he olvidado
por completo. No sé, siempre recuerdo aquellos momentos de vacaciones en el campo, en la vega con mis tíos y abuelos.
¿será que verdaderamente la oración los mataba? mm…! ahora lo dudo,pero es
extraño, porque presencie muchas veces como amanecía el patio velado de gusanos
muertos. Me gustaba jugar con ellos estando vivos, los tomaba con una hoja y
los hacia subir hasta la planta de mis manos, ¡claro! con mucho cuidado para que
no me quemaran la piel.
Hoy alejado de esa realidad, de ese contexto, entiendo
mi apatía por esos animalitos, me trasportan a ese paisaje que en un pasado envolvió mi cuerpo, hoy tan solo es memoria. Ese gusano blanco me transporto al
pueblo donde crecí, ese que tiene sus fronteras entre la tierra y el cielo, donde se cultiva oro blanco.
Textos:Registro del diario de trabajo Misael Carpio
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